Me pregunto si, después de dos años de asedio indiscriminado contra el pueblo de Palestina, es verdad que el genocidio ha terminado. Me imagino la alegría de los palestinos al saber que se detienen los ataques contra ellos por parte del ejército del Estado asesino de Israel. La esperanza es el motor que mantiene la fuerza y la resiliencia de un pueblo que ha resistido y sigue resistiendo los peores horrores que el ser humano es capaz de perpetrar.
Hay muchos motivos para desconfiar de que Israel tenga intención de detener la destrucción de Gaza. De hecho, a pesar del acuerdo de alto el fuego que han manejado hace unos días los gobiernos de Estados Unidos e Israel —huérfano de cualquier interés por el pueblo palestino, salvo el de perdonarles la vida—, Israel ha continuado atacando y asesinando a palestinos.
Tengo la impresión de que se trata de una jugada estratégica por parte de los socios genocidas, con la intención de enfriar las movilizaciones de la sociedad civil en todo el mundo.
Todo el mundo quiere que esto acabe ya. La gente está cansada de ver niños descuartizados por las bombas y con balas en el cráneo, día tras día. Es fácil que nos confiemos y caigamos en la manipulación de criminales sin escrúpulos.
Israel sigue prohibiendo la entrada a periodistas extranjeros, mientras su ministro de Seguridad, Itamar Ben-Gvir, muestra públicamente, con vídeos desde sus prisiones, cómo se tortura a palestinos. Es tan evidente la flagrante falta de humanidad de la nación israelí, que deja en evidencia las carencias en los valores fundamentales del resto de naciones del mundo. Da asco.
El pasado 15 de octubre tuvo lugar una huelga general en el Estado español. Estuve presente en las movilizaciones de Barcelona y hubo una buena participación. Aun así, nunca es suficiente. Muchos ciudadanos desconocían esta convocatoria para denunciar la impunidad del Estado genocida de Israel y la complicidad de Europa. Otros piensan que no sirve de nada salir a la calle. Lo cierto, sin embargo, es que mantener las movilizaciones y el boicot contra las entidades cómplices de este crimen contra los palestinos y contra la humanidad son las herramientas de las que disponemos para presionar al resto de la sociedad y a los gobiernos.
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La manifestación de Barcelona terminaba frente al consulado de Israel. La policía esperaba la llegada de los manifestantes para enfrentarse a ellos y evitar que se acercaran. Hubo algunos altercados que se saldaron con varios contenedores quemados y unos quince detenidos.
Me entristece que personas que nunca se han pronunciado sobre los miles de palestinos asesinados por Israel se quejaran por cuatro contenedores quemados. ¡Manda huevos!
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Desde que el 12 de octubre se firmó en Egipto el tratado de paz en el que se suponía que Israel debía detener los ataques contra la población de Gaza —en una vergonzosa puesta en escena en la que los políticos europeos escenificaban una lamida de culo a Trump y Netanyahu, ni más ni menos que los representantes de una comitiva de criminales genocidas—, todo parece una pesadilla.
Desde la firma del supuesto acuerdo de paz, Israel, como era de prever, no ha cesado sus ataques indiscriminados contra la población de Gaza, y se han incrementado los ataques en Cisjordania.
No puedo dejar de pensar en todo esto. No puedo, ni quiero, abandonar mis pensamientos hacia los palestinos. No puedo dar la espalda a una realidad dolorosa que muestra la pobreza moral de nuestras sociedades y la dejadez humana. ¿A ti también te pasa lo mismo?
** Más fotos del 15 de octubre del 2025 aquí.






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