Hoy hace una semana que la Global Sumud Flotilla zarpó desde Barcelona. Fue un fin de semana intenso y profundamente emocionante, y lo fue por muchas razones.
Durante estos días he pensado por qué los miembros organizadores de la GSF y otros activistas me resultaban tan familiares, como si los conociera de toda la vida. Con algunos pude intercambiar unas palabras; con otros, solo una mirada. Aunque no tenía credenciales de prensa, logré situarme en el recinto reservado a periodistas, muy cerca de los conferenciantes. Los observaba, y mi cámara también. Mientras los escuchaba, los contemplaba en conjunto, y todo encajaba: sus discursos, sus palabras llenas de sentido y de compromiso, la energía que transmitían. Se creó una atmósfera natural, cargada de buena energía. La gente se agrupó con orden y respeto, pero también con una presencia viva, apoyando a los conferenciantes con silencios cuando era necesario y con gritos a favor de una Palestina libre que llenaban las pausas más largas.
Me sentí dentro de un espacio donde no había lugar para las dudas. La energía danzaba entre el aire con olor a mar y las palabras que acompañaban cada instante. Un auténtico aroma de libertad.
Toda la inquietud y el malestar que he arrastrado, preguntándome por qué la mayoría de amigos, conocidos y familiares no han dicho ni una sola palabra sobre el acontecimiento más grave del siglo XXI, se desvanecieron durante unas horas. Sentí el calor de personas que hacían eco de mis pensamientos y preocupaciones, compartidos desde hace demasiado tiempo. Me reconfortó ver que hay quienes van unos pasos más adelante, que dedican su vida a dar visibilidad no solo a un genocidio que no deja de escalar, sino también a la alarmante pérdida de humanidad de nuestras sociedades. Personas con valores sólidos, capaces de unirse con otros seres afines y trabajar juntos por un mundo mejor.
Me gustaría abrazar a todos los organizadores, activistas y participantes de la Global Sumud Flotilla. Han roto el hielo con valentía, rigor y resiliencia. Han abierto caminos para que no nos sintamos solos al denunciar las injusticias que nos rodean. Han creado una vía para que nos unamos y hagamos fuerza para doblegar la tiranía y la cobardía de nuestros gobiernos.
Deseo que la Global Sumud Flotilla logre su objetivo: romper el bloqueo y el asedio al pueblo palestino. Pero para que eso sea posible, debemos unirnos, hacernos oír en las redes y en las calles. Debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para mostrar el mayor apoyo universal jamás visto, para que ese estado genocida que es Israel no se atreva a hacerles más daño. Ellos han puesto cuerpo y alma, y han asumido el sufrimiento de sus familias. Los que nos hemos quedado en tierra debemos hacer nuestra parte. No seamos cobardes, los que nos hemos quedado en el puerto.
El asedio a Gaza está superando cualquier límite imaginable. Tan terribles son los crímenes que se suceden minuto a minuto como el silencio cómplice ante el asesinato y la destrucción del pueblo palestino.
** En este enlace podrás visualizar fotos de los días 30 y 31 de agosto, en Barcelona.
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